Aquellos ojos oscuros, que me miraban con ternura cuando necesitaba descansar de mi. Esa misma mirada decidió evitarme, a veces culparme, hasta apagarse cada día un poco más.
Sus labios suaves como la pieza faltante de mi rompecabezas, se volvieron inalcanzables, fríos, sin ninguna frase dulce que compartir.