Antonella Magliocco

El camino hacia la justicia

Cada paso que doy
es una piedra en el sendero,
y aunque el camino es largo
no puedo dejar de avanzar.
El eco de las leyes
resuena en mi mente,
y la justicia se dibuja
en un horizonte lejano,
como un faro,
tan brillante como incierto.
 
En las noches de duda,
me pierdo entre los códigos,
las palabras se vuelven mi refugio,
y cada argumento se convierte
en un escalón más
hacia lo que aún no alcanzo.
Es una lucha interna,
un fuego que se enciende
y se apaga en silencio,
pero sigue ardiendo
por debajo de la piel.
 
El camino es pesado,
como un libro sin final,
pero no me importa el peso,
porque sé que en cada página
hay una respuesta por encontrar,
una verdad que se oculta
entre las líneas de la ley.
Y aunque los días se alarguen
y el cansancio me venza,
mi voluntad sigue firme,
como un juramento hecho de sueños rotos.
 
Voy hacia la justicia,
no por fama,
ni por gloria,
sino por la necesidad de creer
que un día mis palabras
serán las que cambien el curso,
las que den voz
a quienes nunca la tuvieron.
Cada paso es una promesa
de nunca rendirme,
de siempre seguir adelante,
aunque el camino se pierda
en la niebla de la duda.
 
El futuro está ahí,
lejos, pero cercano,
y yo seguiré,
con la certeza de que este camino
es el único que puedo recorrer.
Porque en cada lucha,
en cada desafío,
en cada caída,
siento que me acerco más
a lo que debo ser:
un faro de justicia,
aunque aún esté en la oscuridad.

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