Disfrute de años imaginarios con personas que robaron mi aire.
Practiqué tanto el control de mis sentimientos que perdí la habilidad para expresarlos.
Decidí arrancarme el deseo y reemplazarlo con penitencia rigurosa de fidelidad.
Quise a los que comprendieron mis calvarios, amé a los que acompañaron mi soledad.
Todo se trataba de gozo y tristeza.