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Carlos Manuel de Céspedes

Sintió que el alma cual jamás extensa.
En sus profundos senos recogía
Todo cuanto en la patria se sentía
De humillaciones, de dolor, de ofensa.
 
Sintió la nube amenazante y densa
Que con fuego el cerebro le envolvía.
Y de España á la antigua tiranía
Arrojó el guante su arrogancia inmensa.
 
De San Lorenzo en el final estrecho
El juramento que lanzó vibrante
Sostuvieron sus miembros lacerados.
 
Y, de patria, república y derecho
Él puso los cimientos de diamante
Con su sangre purísima bañados.

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