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A mi madre. El primer día del año

       Detente, Aquilón silvoso,
    Plega un momento tus alas,
    No más impelas las nubes
    Ni estremezcas las montañas,
       Ni del árbol ya desnudo
    Destroces las secas ramas,
    Ni del arroyo tranquilo
    Turbes las ondas de plata.
       No más en el mar airado
    Levantes negras oleadas,
    Ni arrastres cual leve pluma
    La nave que incierta vaga.
       Tu raudo curso suspende
    Y el insano furor calma,
    Que un mensaje de ternura
    Voy a entregar a tus alas.
       Y después rápido vuela
    A la orilla perfumada
    Que con sus ondas facundas
    El Bétis risueño baña.
       ¡Allí respira el objeto
    De mi cariño entusiasta!
    ¡Allí mi amiga indulgente!
    ¡Allí mi madre adorada!
       El talismán de mi vida,
    El faro de mi esperanza,
    La fuerza que me sostiene,
    Y el abrigo que me ampara
       Llévala los puros votos
    Que por ella forma el alma
    Y los amantes suspiros
    Que el corazón le consagre.
        Llévala tiernas caricias,
    Llévala dulces palabras,
    La esperanza que enajena
    Y los recuerdos que halagan.
       Vuela, Aquilón, presuroso,
    Y en un batir de tus alas
    La distancia salva odiosa
    Que de mi bien me separa.
        Mas al llegar a su lado
    Depón la violenta saña,
    Mitiga los soplos fríos
    Y el fuerte rugido acalla.
       Toma los hálitos puros
    De las balsámicas auras,
    Y si flores no encontrares
    Con que perfumes tus alas
       Toma de su puro aliento
    La suavísima fragancia.
    Vuela Aquilón, y no temas
    Con ninguna equivocarla.
       Si ves hermosa matrona
    Erguida como la palma,
    Frente pura, grave paso,
    La mirada dulce y blanda;
       Que consuela al infelice
    Y a los débiles ampara,
    Que al que calumnian defiende
    Y protege al que maltratan;
       ¡Es ella! Aquilón! es ella!
    Llega abatido a sus plantas;
    Con respeto la saluda
    Y cariñoso la halaga.
       Si ves en el templo angosto
    Orando al pie de las aras
    Una figura apacible
    Con negros tules velada,
       Si entre el velo transparente
    En sus hermosas pestañas
    Furtiva lágrima observas
    Que su fervor te declara,
        Si oyes salir de sus labios
    Bendiciones y plegarias,
    Y por su esposo y sus hijos
    Implorar de Dios la gracia:
        Si la ves ¡ay! ofrecerse
    (¡Ella pura, casta y santa!)
    Si la justicia del cielo
    Una víctima demanda....
        ¡Es ella! mi dulce madre!
    El puerto de mis borrascas!
    El ángel que me custodia!
    El corazón que me ama!
 
        Vuela presuroso,
    Raudo Aquilón, vuela
    Allá do la suerte
    Seguirte me veda.
        Del Betis saluda
    La orilla risueña
    Y no enamorado
    Tu vuelo suspendas
        Llega do te envía
    Mi fina terneza
    Y a mi dulce madre
    Mis votos presenta;
        Mis votos amantes,
    Mis caricias tiernas,
    Mis gratas memorias,
    Mis tristes querellas.
        Y dila que el año
    Que hoy nuevo comienza
    Me encuentra llorosa
    Gimiendo su ausencia.

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