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La urna: 85

Manos arbitradoras de destino,
que ahora entrelacé sobre mi pecho
como es de arrepentidos el derecho,
sobre vosotras la mirada inclino.
 
Nunca os había visto, manos mías,
con tanta senectud que me previene
que es fuerza apresurar –la noche viene—
la corona que hacéis todos los días.
 
Pocas cosas os quedan ya que hacer
en la tierra alumbrada de la luna,
pocas cosas os quedan ya que hacer...
 
Quizás conduzcan de otro ser la suerte
de paso frágil a mejor fortuna;
y quién sabe si no me darán muerte.
Préféré par...
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