Cargando...

La música

vicisitudes

La música que apenas era perceptible, sonaba agradable, acogedora, el ambiente bajoun manto celeste pálido, las notas componentes de la melodía, danzaban a su librealbedrío; no había flores cercanas, no obstante un aroma subyugante casi dulzón incitaba el sentido olfativo.

La tenue luz conseguía infiltrarse a través de las persianas de madera, otorgando al escritor, sentado en su escritorio, suficiente claridad que le permitía ver su carpeta de apuntes; allí vuelca su imaginación guiada por sus sentimientos ocultos, que ese día, en aquel momento, emergían tras sufrir un periodo de atascamiento involuntario, causado seguramente por un estado de abandono, tildado por sus semejantes como depresivo.

El movimiento continuo de su mano, permitía a su lápiz dibujar, más que escribir, todassus acumuladas quejas y sus deseos truncados.
Escribe sin cesar, como si tendría una hora y meta preestablecida, su respiración lentapero acompasada, fortifica dando la fuerza necesaria para continuar su labor.
Las hojas completas se acumulan a un costado de la mesa, no quiere perder tiempo, ésepreciado tiempo, en acomodarlas, alguien se ocupará de ello más tarde.

Entonces necesitaba deshacerse de su dolor, la angustia casi lo ahogaba.

En momentos, alguna expresión no cuadraba, no obstante poseía amplio dominio delidioma; en más de una oportunidad cierto vocablo le resultó impropio, carente de fuerza, falto de envergadura, forzándolo a indagar su mente hasta llegar al correspondiente.

Era tal su anhelo de mostrase, de relatar los detalles, de dejar en claro, sin ninguna clase de tapujos, la verdad, su verdad.

Pasó el día; y otro, y muchos más.

Esa otrora necesidad se transformó en compulsión, a tal punto que lo vertido en el papel, no fue una enumeración de pruebas, sino más bien un alegato a la sociedad, una Carta Abierta a sus semejantes, una declaración de protesta, que vislumbraba, sin dar lugar a dudas, el deseo de una desconexión total de éste mundo, que caducó en su afán de cobijarlo en su seno.

Al encontrarse las decenas de hojas esparcidas sobre la mesa, algunas caídas formandouna especie de alfombra de letras, el cuerpo apoyado sobre la carpeta de apuntes, sucara con facciones que denotaban tranquilidad y paz, ofrecieron, a primera vista, lasensación de que, el escritor, se había dormido en medio de su quehacer.

Pero no era así.

Él abandonó, sus fuerzas lo vencieron. Seguramente, y éste era el deseo de todos, estaba ya, en ése mundo distinto, ameno, que no le exigiría demasiado.

||||||||||||||||

*Registrado/Safecreative N1005286442352

Preferido o celebrado por...
Otras obras de Beto Brom...



Top