Recogido por Esteban Peicovich en su libro "Borges, el palabrista"
#Argentinos #PremioCervantes #SigloXX
Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros. La visión dura un segundo o acaso menos; no sé cuántos pájaros vi. ¿Era definido o indefinido su número? El problema involucra el de la exi...
Me pesan los ejércitos de Atila, las lanzas del desierto y sus bata… de Nínive, ahora polvo, las murall… y la gota del tiempo que vacila y cae en la clepsidra silenciosa
Superados los círculos del Infierno y las arduas terrazas del Purgatorio, Dante, en el Paraíso terrenal, ve por fin a Beatriz; Ozanam conjetura que la escena (ciertamente una de las más...
Algo me han dicho la tarde y la montaña. Ya lo he perdido. La vasta noche no es ahora otra cosa
Ya se le van los ojos a la noche e… y es como una sequía husmeando llu… Ya todos los caminos están cerca, y hasta el camino del milagro. El viento trae el alba entorpecida…
Un hombre ciego en una casa hueca fatiga ciertos limitados rumbos y toca las paredes que se alargan y el cristal de las puertas interi… y los ásperos lomos de los libros
Un hombre gris. La equívoca fortu… hizo que una mujer no lo quisiera; esa historia es la historia de cua… pero de cuantas hay bajo la luna es la que duele más. Habrá pensado
Torne en mi boca el verso castella… a decir lo que siempre está dicien… desde el latín de Séneca: el horre… dictamen de que todo es del gusano… Torne a cantar la pálida ceniza,
He asistido, por primera y última vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que había sufrido unos cuatro años de prisión, de azotes, de vejámenes y de cotidiana tortura. Yo esp...
Le fue dada la música invisible que es don del tiempo y que en el… le fue dada la trágica belleza, le fue dado el amor, cosa terrible… Le fue dado saber que entre las be…
El coche lo dejó en el cuatro mil cuatro de esa calle del Noroeste. No habían dado las nueve de la mañana; el hombre notó con aprobación los manchados plátanos, el cuadrado de tierra al...
Me darás una ajena inmortalidad, c… Eres ya sombra de mi vida. Atraviesas mis noches con ti segur… La muerte –tempestad oscura e inmó… Alguien recogerá mis pasos y usurp…
A nadie puede maravillar que el primero de los elementos, el fuego, no abunde en el libro de un hombre de ochenta y tantos años. Una reina, en la hora de su muerte, dice que es fuego y ...
Herbert Quain ha muerto en Roscommon; he comprobado sin asombro que el Suplemento Literario del Times apenas le depara media columna de piedad necrológica, en la que no hay epíteto laud...
De las regiones de la hermosa tier… Que mi carne y su sombra han fatig… Éres la más remota y la más íntima… Última Thule, Islandia de las nav… Del terco arado y del constante re…