(A María Kodama)
#1976 #EscritoresArgentinos #LaMonedaDeHierro
En busca de la tarde fui apurando en vano las calles. Ya estaban los zaguanes entorpecid… Con fino bruñimiento de caoba la tarde entera se había remansado…
No la tiniebla, sino las claridades de Eliot, son tema de este libro. Equidistante del escándalo de los unos y de la adoración un poco snob y escolar de los otros, Matthiessen considera...
A mi ciudad de patios cóncavos com… y de calles que surcan las leguas… a mi ciudad de esquinas con aureol… y arrabales azules, hechos de firm… a mi ciudad que se abre clara como…
Bruma de oro, el Occidente alumbr… la ventana. El asiduo manuscrito aguarda, ya cargado de infinito. Alguien construye a Dios en la pe… Un hombre engendra a Dios. Es un…
Encorvados los hombros, abrumado por su testa de toro, el vacilante Minotauro se arrastra por su erran… laberinto. La espada lo ha alcanza… y lo alcanza otra vez, Quien le di…
Nada en la tierra puede herirlo, ni el desamor de una mujer, ni la tisis, ni las ansiedades del verso, ni esa cosa blanca, la luna, que ya no tiene que fijar en palabras. Camina lentame...
Oh días consagrados al inútil empeño de olvidar la biografía de un poeta menor del hemisferio austral, a quien los hados o los a… dieron un cuerpo que no deja un hi…
De un lugar del reino de Francia trajeron los cristales y la piedra para construir en la isla de Manha… estos cóncavos claustros. No son apócrifos.
Esta novela, más o menos teosófica —El ángel de la ventana occidental—, no es tan bella como su título. A su autor, Gustav Meyrink, lo hizo famoso la novela fantástica El Golem, libro e...
El arco del Señor surca la esfera Y nos bendice. En el gran arco pu… Están las bendiciones del futuro, Pero también está mi amor, que esp… La moneda cayó en mi hueca mano.
De los muchos libros de versos que mi resignación, mi descuido y a veces mi pasión fueron borroneando, El otro, el mismo es el que prefiero. Ahí están el Otro poema de los dones, el Poe...
Librada la batalla de Clontarf, en la que fue humillado el noruego, el alto rey habló con el poeta y le dijo: —Las proezas más claras pierden su lustre si no se las amoneda en palabras....
No sé qué runas habrá marcado el h… piedra Pero mis palabras son éstas: Bajo los cielos yo fui Hengist el… Vendí mi fuerza y mi coraje a los…
Dirijo este poema (por ahora aceptemos esa palabra) al tercer hombre que se cruzó conm… no menos misterioso que el de Aris… El sábado salí.
La historia corre pareja, la historia siempre es igual; la cuentan en Buenos Aires y en la campaña oriental. Siempre son dos los que tallan,