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Turistas

Nos olvidamos de lo que no vemos. Del piojo feliz en la cabeza de nuestros Estuardos, de las violetas que florecen en sus cuerpos por las caricias brutales de sus verdugos. Y volvemos al país, a la tierra, al gusanero, y osamos decir: “pero todo está bien, yo pensaba que la gente andaba muriéndose por las calles”. Y lo decimos porque nos olvidamos de lo que no vemos: del muerto que murió sin decirle a nadie que había muerto. ¿Y tú mismo no moriste cuando subiste al avión hace ya años? Y es que olvidamos nuestros cadáveres ayer caídos en las pistas de los aeropuertos.

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