Mira siempre, a los dos lados,
antes de cruzar.
Salta el paso de cebra,
eligiendo el color al que ha de pisar,
y anda tarareando canciones
que le hacen recordar
no sabe qué.
Sueña.
Sueña que no sueña
y que la realidad no es una piedra
con la que tropezar.
Sueña que no sueña
y eso más le hace soñar...
Quebrada y agrietada,
colecciona cicatrices
enmohecidas por el tiempo,
que se inundan de nostalgia,
sin saber cómo secar.
Y ama.
Ama la tristeza y su rotura...
tan intensa y desmedida,
que le aprieta las costillas
y le cruje porque sí.
.Carmen Yebra.