#Españoles #Mujeres #SigloXIX #SigloXX Carolina Coronado
Cuando cantaba yo de ésas que crec… flores de abril, la vida perfumada… entre tantos que flores os ofrecen pude daros a vos la más preciada; pero, señora, ya no canto nada,
Buen joven, en hora aciaga fijasteis en mí los ojos, pues los fijasteis risueños y los apartáis llorosos. Mal os quieren los amores
¡Noche apacible!, en la mitad del… brilla tu clara luna suspendida. ¡Cómo lucen al par tus mil estrell… ¡Qué suavidad en tu ondulante bris… Todo es calma: ni el viento ni las…
¡Ved los hombres cuál son, ved qué… Un Redentor el cielo les envía y en la terrible cruz, dulce María… clavan los hierros sus divinas man… mirad los hierros, y llorad, herma…
Si mi extranjera planta, lusitanos… gustaseis cortesanos por la tierra guiar, para mí extra… a cantaros iría una tierna poesía
No le lloréis, amigos, ese canto, himno de gloria al sueño de la mue… era la inspiración del alma fuerte de aquel varón tan apacible y sant… ya fatigado de enseñaros tanto,
Si para entrar en tan difícil vía el aliento a mi numen no faltara, ya de la patria nuestra lamentara los males en tristísima elegía. Ya la virtud, ya el genio cantaría…
Llevadme a contemplar su estatua b… llevadme a su soberbio mausoleo... ¡Ah! que olvidaba, Hernán, en mi… que éste es mezquino e ilusoria aq… ¿y en tu patria por qué? ¿qué dist…
Cuando el alma primavera con sus joyas peregrinas engalana la pradera, los valles y las colinas; Y las hojas entreabriendo
Cuando la luz de la tarde en occidente se apaga, y la reina de las sombras con ligero paso avanza; En esas horas tranquilas,
Hazme buena, Madre mía, dame paciencia y virtud, porque tú Santa María has de ser la mejor guía que tenga mi juventud.
Vamos a vindicar de Extremadura la capital oscura y a levantar en palmas, extremeños… que, por Dios es vergüenza, que otra ciudad nos venga
Oh de la madre tierra hija mimada, fruto delicioso, que en su espíritu encierra hechizo venturoso, divino ardor, perfume glorioso!
Nunca se clama en vano cuando se clama al cielo en esta l… del existir humano; todo, Señor, lo escucha la gracia de tu oído soberano.
¡Ah! cuando a partir vayas al suelo americano que para siempre, hermano, nos separa a los dos, a orilla de los mares