En la realidad distorsionada de mi juventud enjaulada, eres el verdugo abrazador que domina esta polvorienta letanía convertida en agonía, que de soledad invadida, brota de la noche oscura.
Y en un instante de amargura, me reclama el pavor de la negrura y me devuelve a lo inhumano, a lo bestial y lo profano.
Ya que sola soledad poseo, solo soy carne y deseo, solo un lujurioso pensar aligera mi tormento
Intento descifrar al ser, lo oscuro y lo sombrío...
Pero es tu recuerdo enfermizo el que me ha capturado, me ha enjaulado y en polvo adiamantado me ha transformado...
Y sutilmente encadenado a tu presencia encarnado.