Yo soy como la cierva que en las corrientes brama.
Sed y polvo de fuego su lengua paraliza,
y en salvaje carrera, con las astas en llama,
sobre la piedra el casco golpea y se desliza.
Corriente abajo, al borde de las aguas tranquilas,
donde perennemente fluye tu Rostro manso,
los que te aman beben con labios y pupilas,
saciando sed eterna sobre el hondo remanso.
Ciega de sol y angustia, preñada de agonía,
la bestia enloquecida galopa todavía
a par del espumoso rugido del torrente;
sólo a veces el viento, que tan de lejos vuela,
le dice la frescura de aquella fontezuela
donde tu Rostro manso fluye perennemente...