Corazón, bajo la lluvia
herido de amor te llevo;
te cerca el campo mojado,
la lluvia te dice versos,
el agua gime al caer
en tus abismos de fuego.
La tierra roja del monte
entreabre el húmedo seno; (1)
en el regazo del valle
ríen los pétalos tersos,
y hacen blanco en el río
las flechas de los luceros.
Bajo la lluvia liviana
herido de amor te llevo;
muchas aguas han llovido
sobre tu herida de fuego;
muchas noches te han cegado,
muchas aguas te han envuelto, (2)
¡Tengámonos a gustar (3)
el dulce llanto del cielo!
Corazón, corazón mío, (4)
descansa bajo mi pecho;
mira cómo se deshojan
las nubes de lento vuelo;
¡cierra la sangrienta boca
y dame un trago de sueño!
Descansa, viajero ardiente, (5)
descansa, ya llegaremos
–allá detrás de la lluvia– (6)
al claro “allá” de tu anhelo;
ya abrevarán en tu herida
aquellos labios sedientos,
ya templarán tus ardores (7)
aquellos ojos sin tiempo,
ya bajarás al abismo
deleitoso de su pecho,
y anudarás tus latidos
a sus latidos eternos...!
Corazón, bajo la lluvia
herido de amor te llevo:
por los labios de tu herida
silban rimando los vientos,
y el agua gime al caer
en tus abismos de fuego.