Sonaron las campanas
La hora había llegado
Ella sólo se alzaba
Para ver partir a su amado
Un golpe en la banca
Mientras asumía lo pasado
Pues en aquella iglesia
También se habían casado
Recordaba, acompañada de la lluvia
Aquellas noches de amor
Donde el sol y la luna
Eran testigos de su esplendor
Él siempre se iba
Y esta vez era para siempre
Con un balazo en la cara
Y una marca de amor ausente
Y ella quedaría
Triste y dudando
¿quién cuidaría
de ella si no es su amado?
Oh, cuánta falta le hacía
Y cuánto lo extrañaría.