Loading...

PARA AMANCIO (Elegía)

 
 
 
 
Como se cumplen hoy 7 años de la muerte de mi cuñado Amancio, voy a dedicar el poema cotidiano a su memoria, una elegía que hice en aquella ocasión. Dios le tenga en su gloria.
 
 
Recuerdo que viniste de pequeño
a vivir con nosotros y estuvimos
muy juntos, trabajando y compartimos
la ilusión, esperanza y el empeño
de regresar a este solar carpeño.
Fuiste de mi familia el preferido
y tú que lo supiste lo has tenido
en cuenta desde siempre y respondiste
con el mucho cariño que nos diste,
parejo al de nosotros recibido.
 
Si hablo de tus virtudes y no miento,
diré que fueron muchas las que he visto
y de algunas estabas bien provisto,
como dar a los tuyos el contento
de ser hombre cabal al cien por ciento,
siendo de la honradez vivo dechado
y que gracias a Dios les has dejado,
que otra cosa mejor no se podía
y presumo que es mucha su alegría
por haber recibido tal legado.
 
Te viniste a tu pueblo a descansar
de tus muchos trabajos y fatigas,
haciendo con la gente buenas migas,
jugando y platicando en el hogar
y hasta un huerto quisiste cultivar
y contento y feliz te prometías,
que el resto de tu vida pasarías
sin las preocupaciones anteriores
al lado del amor de tus amores:
la familia, pues mucho la querías.
 
Pero no disfrutaste de tal suerte
pues cierto mal llegó tan repentino,
que cambió por completo tu destino
y estuviste luchando con la muerte
que al final te venció, pues fue más fuerte
y acabó por desgracia con tu vida,
que se fue por ganarte la partida
en combate tan fiero por lo duro
y se puede afirmar y lo aseguro,
que la muerte se fue también dolida.
 
Fueron días de mucho sufrimiento
sin que lo reflejases en tu cara
y a quien por la salud te preguntara,
respondías tan firme y al momento
que tan sólo un pequeño estancamiento
conseguía impedirte estar ya sano,
pero gracias a Dios estaba a mano
y pronto iba a llegar el feliz día
en que todo tu mal acabaría
mostrándote por ello tan ufano.
 
Pero siempre supiste que no era
verdad lo que afirmabas tan rotundo,
pues este mal estaba tan profundo
que sería difícil que se fuera,
aunque a veces estabas a la espera
de encontrar al problema solución
y nunca abandonaste esa ilusión
con la que concebías la esperanza
de que pidiendo a Dios, todo se alcanza
si pones al pedirlo el corazón.
 
Me encuentro impresionado todavía
pensando en los cuidados de tu esposa
que aguantando sus lágrimas, mimosa,
de tripas corazón y más hacía,
al mostrar ante ti su valentía
por que vieras que estaba toda entera,
haciéndote saber que, comoquiera,
ganabais esa lucha con holgura
regresando de nuevo a la ventura
que siempre y con cariño te ofreciera.
 
Qué decir de tus hijos, que han estado
pendientes hasta el último minuto
de ti, pero ocultándote su luto,
llorando entre sonrisas a tu lado
que pienso que te habrán reconfortado,
cuando vieras que ha sido su respuesta
tan hermosa, sentida y manifiesta
como tú te imaginaste a buen seguro,
así que te dirías “bien maduro
fue mi fruto, con gente como ésta”.
 
Y los nietos, también en paralelo,
que hasta el más pequeñito que es Daniel,
con inmensa ternura a flor de piel,
preguntaba a la abuela ¿y el abuelo?
y ésta le contestaba que en el cielo,
señalándole el brillo de una estrella
y miraban los dos, el niño y ella,
a una que escogieron al tuntún
y de todos será de mancomún,
como también hará de guía y huella.

Liked or faved by...
Other works by Cristino Vidal Benavente...



Top