Cargando...

En Tacarigua

La hora en que fue mío tu cariño
a cada instante con pesar la evoco
fue en el velorio de aquel pobre niño
que como nuestro amor duró tan poco.
 
Si nació nuestro amor junto al sagrado
cuerpo sin alma de aquel niño yerto,
que siendo un niño al fin sin un pecado
empezando a vivir, también se ha muerto.
 
Aquella noche en que jugamos tanto
a los pies de un humilde crucifijo,
una madre infeliz vertía llanto
por la partida eterna de su hijo.
 
Noches para otras ánimas de duelo
y para nuestras almas de alegría
cuando tu mano al darme tu pañuelo,
otro pañuelo iba entre las mías.
 
Las damas se nombraban como flores
y de sus labios como frescas rosas,
blancas rosas de múltiple colores,
volaban versos como mariposas.
Preferido o celebrado por...
Otras obras de Cruz María Salmerón Acosta...



Top