Dálida

Ritmos de Nuestra Historia

A John L. M. D.

Ritmos de Nuestra Historia
 
En un compás de risas y penas,
nace el eco en nuestras venas.
No fue culpa la inocencia,
sino un regalo, una presencia.
 
Viniste, varón, lucero temprano,
y alzaste en mí un fuego soberano.
Me diste fuerzas, me diste aliento,
cuando era niña en el viento.
 
Te llevé en brazos, torpe y sincera,
aprendiendo a ser mujer verdadera.
Te abracé en mares de incertidumbre,
te conté sueños, en los que eras lumbre.
 
Pasaron los años y sin darme cuenta,
te vi crecer con alma sedienta.
entonces recorde que mi madre decía,
que los hijos son fruto de amor y poesía.
 
Tú, John querido, mi cosecha pura,
mi primavera, mi fe, mi ternura.
Hoy te contemplo, hombre bueno y cabal,
aunque tu silencio me duela cual puñal
 
aunque tus palabras sean escasas,
yo sé que en tu pecho aún hay brasas,
del niño que eras, buscando mi abrigo.
El late en tu sombra, camina contigo.
 
Eres padre ahora, y en ese arrullo,
tu niña escucha mi viejo murmullo.
Sin darte cuenta, gesto tras gesto,
repites el mío, firme y modesto.
 
Mi amor te extraña, hijo del alma,
en cada segundo, con calma o sin calma.
Mi amor, aunque quieto, no se retira,
siempre te espera, siempre te ampara.
 
En cada paso que das en el mundo,
hay un eco de amor que es tan fecundo.
Te veo vivir y el tiempo se frena,
eres mi legado, mi eterna vena.

El poema ya no solo está escrito, está vivido.
estos dias me ha costado dormir bien por que no lo daba por terminado habían cosas que no me gustaban el comienzo el cierre pero hoy por fin las palabras han surgido.

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