Es indefectible, cada vez que me dispongo a escribir sobre una cuestión, termino desviándome, y el asunto inicial ni siquiera se asoma. Ahora me proponía leer otro capitulo de un libro, pero de imprevisto me encuentro escribiendo de nuevo, y creo saber la razón.        Ayer lo intenté y escapé... pero esta vez no es igual. Anoche insinué que necesitaba contar algo, esperando tal vez, que emergiera de mi subconsciente, quizá por accidente, una respuesta; esperaba que se me cayera sobre la hoja y lo manchara todo... no ocurrió.
        Lo más económico fue posponer.
        En fin, qué es lo que quiero saber?. Yo lo sé... ustedes no.
        Consideren que tiene que ver con que me he preguntado qué es lo que buscaba durante todos estos años en esos libros ocultos, o libros sagrados de diversas religiones, los cuales creí entender y me llenaban superficialmente por un instante, haciéndome caer en una especie de delirio místico, que a pesar de desestimarlo, logré reparar en que en algo “ellos” tenían razón... lo acertado fue que sencillamente no debía dejarme llevar por las pasiones ni por razonamientos, éstos se han vuelto todas las veces en mi contra.
        Hice varias veces el experimento de des-integrarlos uno por uno, (el que haya echado un vistazo a la sinopsis, comprenderá mejor a lo que me refiero).
        Todo se cumple.. al pie de la letra.
         Me asusta... porque no puedo adaptarlo a mi entorno. Por ende, no puedo dejar de hacer las cosas que me destruyen.
        Al menos es un insomnio lento y consciente. Sin embargo, lo que intriga el proceso es haber comprendido que uno debe estar siempre dispuesto a perderlo todo. Me di cuenta que lo que me hace tropezar y retornar siempre a un punto mas lejano del que había partido es... el apego.
       E insisto en que no soy capaz de apegarme a muchos “objetos de apego”, por decirlo de alguna manera. Por lo general solo a uno. Puede ser una cosa, o una persona, o un sonido... quién sabe. Cualquier cosa, pero sólo una, y eso es lo grave.
      Si desapareciera, se llevaría todo.
      Es por eso que nada me quita el sueño, ni me conmueve demasiado, sólo aquello de lo cual me apego.              
          El temor a que se vaya no es diferente al hecho de que ya se haya ido, es incluso peor, porque al no saber cuando concluye, se transfigura en una tortura perpetua.
      Es por eso debo estar siempre dispuesta a que suceda. Aunque advierto que éstas son afirmaciones que tienen poco efecto e intuyo que no puedo sostenerlo con hechos.
     Así es, sospecho, cómo uno va contemplando desde lejos a la muerte, así es como la vamos naturalizando, de ésta manera no nos toma por sorpresa, simplemente hay que pensarla en todas sus formas posibles: la muerte corpórea, la muerte del alma, la muerte del yo, la muerte del otro, la muerte de etapas, la muerte de sentimientos, la muerte de ideales, etc.