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Retroceso.

El mar nunca es bebido.

Un trago por todos y se escapa de los labios.
El silencio desintegra tu razón, el ruido es subjetivo.
 
Se disfrazó el impacto de miel y te sostuvo en una estrofa incompleta.
El susurro te desgarra, el vendaje te libera.
Se pintó la ceguera de demonio necrófago y te alimentó en su festín.
El sol te conserva ostensible.
La cama abraza tus fragmentos.
Se escondió tu momento en la almohada y te limpió el alma claudicada.
 
Como en una vertiente de arrobo y abulia se desconcertó el punto, “te extraña la autocompasión” se oye.
 
Vuelve el vacío al vientre de su madre. Regresa donde pertenece.

Cordialmente D.

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