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Islas Gilbert

I

 
Islas Gilbert: el descreer
O mejor: el no surgir el deseo de amamantar
Ídolo además del pueril silencio
Y el labio está yendo por los dos frutos maduros en sazón
Estupefacto ante la maravilla del bosque rotundo que ya se adentra en la
noche  anclada
Y eros acecha desde las trampas suyas y busca pieles que sean
Tambores en el éxtasis—tahitianas o maoríes—
eros  jazz  eros cópula—garito—
Ah que  escapes círculo de fuego a tu condición de gruta
Ah que rehúyas el delicado tacto de un dígito hambriento
Ah el discurrir de las horas que reconocemos como días
La hora del luto al revés cuando aparentamos abrirnos al jubileo
Cuando en el interior las cosas lloran convenciones   pleonasmos
Y la fenomenología del espíritu equivale a la miseria de lo material
Y la cosa en sí vergonzosa se aleja de su condición de árbol cortado
Qué cerca y descubierto el olor si las aletas de la nariz lo buscan
Para prorrumpir en un ay que es sofocado por  músicas
De unísonas selvas ardiendo quemándose preñando de humo el planeta
Ah exaltar una vida desastrosa y llevarla a la condición de epos
Sólo cuando alejamos el objeto del deseo es que punza
En el momento del goce no está la frustración por haber perdido la lotería
Ni la fatiga por el bolero ya interpretado
ni los ruinosos pormenores que usamos para describir los sistemas
abstrusos bañados por la duda rebanados y poco afines a una discrepancia.
 

II

 
Sustracción del círculo de fuego
A la embestida oral
Endurecimiento del tronco de ébano
—alzado sobre frutos maduros en sazón
Al  roce de labios en desembocaduras de ríos
Si se quiere—
O de ecos suaves de voz por la eclosión de  géiseres
Que dan paso en las cavidades al canto órfico
Y al esplendor del Tao
Nada como un cuerpo que resguarda sus olores
Para una madrugada donde se adormecería el asaltante
De llegada calma hasta la puerta que guarda hiena o viejo buitre hembra
Prohibición de tocar el círculo de fuego
Perro de llamas y maldito el ejecutante del rito
De enviar la carta en porcelana que ya debe ser desterrada
Pero la miseria, caballo, cabildo de la noche cuando apetece
El águila  por poseer archipiélagos en los mares del sur.
 

III

 
Cruzarse de brazos
Y saber que la mañana va subiendo
Pulen los maderos que piden una tregua
Para solucionar ese otro dilema grandioso
Y que voy cayendo en la apatía
Cruzarse de brazos y oler la infame conjura
Que anidó en los garitos y guetos, en las cremalleras
de sicarios
Y cuarteles sombríos pusieron la metáfora de Armagedón
A pedirse la boca de los presuntos sabios
Dejarle el tiempo la eternidad a Diego y sus lectores
Mientras la anécdota escarcha en bares de sospechosa estirpe
Y uno respira lúbricas reminiscencias de Platón
Y toca sombrías visiones de Miguel Ángel
Pude haber sido Abraham para una humanidad de pacotilla
Creerse eso es una sega mental y veo las tuyas como una refutación
del  porvenir
Todos esos corpúsculos que pierdes diariamente
Generarían la gran selva y fecundarían a mujeres estrellas.
Ni griego ni judío: añoro los abedules de mi  juventud
Y me vuelvo de espaldas ante las razias y los guetos.
No soy hijo de oshun, dios lo hubiera querido
Y cuando digo dios lo que intento es clamar por el corazón
de las multitudes     exaltadas
en plazas de fantasía:
Lo que late bajo la escarcha, justo el gas metano
Seduce la belleza pero hay que saber trasmutar el cieno
Si  de una filosofía cualquiera esperamos respuesta.
Te cito: echo una carta al correo sobre la  filosofía
Te acompaño siempre mientras echas una carta al correo
Hacia la metafísica y se rompe en el espejo la imagen de Platón.
 

IV

 
Duermes y yo escribo, se dijo
Pero qué duerme en ti  ¿qué eres?: huésped
De un doble ruin pero hermoso en demasía
Que me sale al paso cuando robo la contemplación
Tallado en la madera más oscura
Con rasgos más duros y viriles
Y no transige la solventada esfinge
El ventarrón en el círculo cerrado al dígito central
Cuando va a amanecer en un todos los días
Carajo la pipa ardió y el cañaveral afín a sicarios
Ola bruñida al gran tacto corta duración: un no
Otro no cerca la ardiente selva y las astillas
Bueno es el jazz para estos menesteres
De contemplarte embutido en mañanas y en esta mañana
actual que de alguna manera
se reconforta  en las persianas de madera de baja calidad
Si pudiera aventajarte: pero ¡qué va!
solo puedo desde aquí ver incendiarse una y otra vez
la selva y acallo el recelo mudo porque un pez precipita
Un pez esculpe
Un pez dormita
Un pez nutre
Rumiante y jovencito, castrador:
los frutos gemelos del verraco ya están afuera
Lo he presenciado: estaba allí cuando esa operación se produjo
Se jodió el animal: ya no tendrá oportunidad de una comunión con la Luz
esencial
Y el castrador levanta el brazo con cuchillo chorreando sangre
Si se lo hicieran a él, pensaba en mi convalecencia
Y arden los alrededores: no, conforme los minutos se alargan
Larvada la noche cómplice pudiera exasperarse
En el indetenible viaje al no ser durante largas jornadas de sueño
Los rasgos de una bestia fina emergen al exterior de una cara obviamente
Satisfactoria para ser lo que eres: émulo de un doncel de baratijas
Pero afuera lo real está esplendiendo o degradándose. Mejor si se degrada, ¿no?
He estado respirando árboles de la noche que subastan su verde en lo que fuera
río,
Y hombres oscuros sin canoa bogando cuando ya ha amanecido
Qué me ofrecen si todavía hay una oportunidad muchachos de ancestros
oscuros
Y la náusea va como paloma como torbellino
Yo quise que la mañana se festejara por sí misma
Bolero-son nunca el cántico que en las despedidas iglesias
va a no ser más que una tertulia de sonámbulos
Hubiera sido lindo conocerse en la infancia
Un abedul dándonos sombra qué nombre te hubieran dado
Allí estaba el camino de todo
Anfiteatro hacia la sequedad o mejor hacia el no decir
Hay un sintagma aberrante que te revierte al lodo de las primeras especies
Y yo amo islas: los atolones Gilbert
Mi pecho ha sido proa hacia las islas náufragas
Y a través de mi mano los que las evocaron
Cómo me hubiera gustado sorber de niño el amanecer en Kiribati
Ahora vamos hacia este menú del mediodía en día nublado
Qué lejos de ti y el Doble la idea de un país y sus diásporas
La perfectibilidad de tu vecino en Fiji o en Samoa
Qué lejos de mis preocupaciones de la mañana la cosa en sí y la fenomenología del espíritu
Sería  entonces el buscador de cayajabos, pero pesa mucho la paloma de vida trunca.
Y pesa mucho el pan recortado, la suciedad que mancilla la idea
Quisiera un rompeolas: todo en este universo vale poco
Es la legitimación de una catástrofe  intentar la poesía
Y el poema no puede nacer del hecho de que estés desnudo.
El poema se escribirá por sí solo, mientras te exilias en el sueño.

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