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Elevación de la sima

Tal vez por que estos repetidos sueños tiran de la nada esa parte mía que todavía no tengo,
 
la unidad de mi ser no consigo aún a costa de su propio destino.
 
Mi cabeza tuvo una salida que daba al gozoso barro, pero crueles sueños me decapitan.
 
Y está temblando la blanda cera que inútilmente junto al fuego busca forma.
 
Este es el testimonio doliente del que no puede labrar sus formas puras,
 
Por que se lo impide su ser hecho de peligros y cruel sobresalto.
 
Después de cantar siento que el temor es la más segura medida de la frente,
 
Tengo arpas crecidas pero cada noche se lleva la parte más misteriosa de mi alma.
 
Ser mío, me consumes por tu exceso, cuando hacia ti voy con esta mi despierta indigencia.
 
Ah! Si reposaras como esa luz ya rendida que en las manos de un fundidor se revela.
 
El poeta olvida su lengua maternal cuando debajo del alma cavan!
 
Desesperado apago en mí la aureola de los santos, quiero descubrir mis propias leyes.
 
Tal vez este espejo y sus pequeñas aguas muertas devolvieron mi más perdido rostro,
 
Pero fatigado estoy y en piedra ya desangrada caen los ojos saciados.
 
Veo que el día brota en mí solo por el limo que el sueño deja por mi cuerpo.
 
¿Quién ha de serenar entonces mis cien estatuas que de la luz se desprenden y enloquecen?
 
Que oscuridad caliente, jadeo en mi eclipse íntimo, pierdo el presagio,
 
Ay, ahora mi corazón sería capaz de negar su pequeña crisálida
 
Y esas pavorosas alas que le asoman emergiendo de la nada.
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