Bogotá y amor
Ella esperaba en los laberintos de las calles de Bogotá una voz, una voz que la ayudará a retomar su expresión su continuidad de vida, pero no hallaba nada. Tenía sed y frío. Esta ciudad le daba terror en momentos como éste. El amor no permanencia todo un día, toda una noche.
Era real, derretía cada mito de Disney
Cada novela de Hollywood.
Bogotá es real.
Ella contaba que observaba a las parejas.
En un momento reían y eran felices pero al cabo de un rato, lloraban sin parar: se maldecían, sé decían que se odian, pero al otro día ya venían con un helado y consigo una nueva promesa.
Se preguntaba, ¿Cuándo llegara un amor real, como el que veo por estas calles?
Nadie le respondió.
¿Qué está mal en mi, mi vestido está muy ajustado, mi maquillaje es muy simple, mi piercing no simpatía?
Nadie respondió.
Tomo un cigarro de su caja, lo puso en su boca y dejó que el humo impregnada su camino, sus tacones hacían ruido y el ego le quitaba el lugar a Roberto Pineda y creaba un nuevo himno.
Que bonita eres Bogotá, si tuvieses miembro no estaría pensando si valgo la pena, por que me harías sentir que si valgo, no justificaría la soledad, no lloraría como ahora.
Qué linda eres, ¿pero te puedo pedir un favor?
Cuando Mendoza venga por aquí, dile que le tengo una nueva historia que te refleja a ti.
