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Duele

Cada lágrima que recorre mi rostro lo quema, por las cicatrices que allí se representan; atenues, pálidas y llenas de suplicio muerte, se congelan en las más profundas capas de la piel para no irsen jamás.
Un profundo suspiro susurra en mi alma, el calmante que necesito para anestesiar esta paranormatividad que en mi habita.
Ya no hay cuentos de hadas, ni buenos deseos, todo esto se destruyo en la primera gota de lágrimas que: quema, obstaculiza y malformada todo por lo cual hubo una ilusión.

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