Todos los días de la vida
son un amargo comienzo con cosas de días anteriores,
consumidos por la estupidez e inconformismo de todo y nada a la vez,
el alcohol ya no satisface la sangre,
y el alma grita por los suburbios de la libertad.
El 22 de marzo era el cambio
pero me reemplazó por un ser iluminado por el infierno,
blasfemo toda la miseria encerrada;
voy eliminando mi vida poco a poco,
las palabras ya sobran, y el silencio sólo es silencio,
el cansancio llego a lo matutino y sólo Caicedo sabe la verdadera existencia,
la mente escucha su perfección pero la cobardía me detiene