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HISTORIAS MUY VIVAS

¡Allí estaba el ataúd! Tenía que verme, saber que de verdad era yo. Me acerqué
lentamente y, casi muero, si es que no estaba muerta ya, ¿Qué me han hecho?
¡Esa no era yo! Era una muñeca llena de maquillaje me habían puesto tanto y con tal profusión que jamás lo hubiese gastado yo en MI vida, quiero decir cuando respiraba. Sin embargo a saber como estaría sin él, así que me conformaré con parecer una muñeca de esas de porcelana que tanto miedo me han dado siempre.
Y oigo de pronto a la señora aquella, que no sé ni quién es:—parece dormida, ¿Parezco dormidaaa? ¿Ve que se levante el pecho respirando? ¡Pero qué clase de gente viene aquí!
El velatorio debería ser con invitación oficial igual que en las bodas, nada de todo el que quiera venga a ver el espectáculo.
Y de pronto, ¡Allí estaba él! Madre mía que guapo seguía estando igual, claro que estaba vivito y coleando, pero no es excusa es que es atractivo con agonía, aprovechando que nadie me veía me tiré como una loca hacía él, ¡Y me vi al otro lado! lo había atravesado, por dios, para una vez que puedo abrazarlo... Menuda depresión, ¡Ni después de muerta!
Miré como se acercaba al ataúd y movía los labios... Suspiré si es que los muertos suspiran.
¿Qué me estará diciendo? ¿Por cierto, y mi familia? Continuará...

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