POESÍA JAPONESA
Sueño que vienes hacía mí sin miedo y sin mentir; que te tendré entre mis brazos tus pechos junto los míos los nota… Ay, amor, amor
Siento cuando tú no estas, y yo, siempre quiero estar contigo ni un segundo sin que mis pupilas se hundan en las tuyas compañero de vida
Los desposeídos aquellos que el alma la tienen embargada. Los desarrapados los conoce usted señor banquero
Mis muslos se estremecen, notan tu ausencia los entrecruzo, intento engañarlos con el roce de mi propia piel.
Te regalo mis manos, te doy mis ojos, te dono mi tiempo. Caen las hojas, otoño en nuestra piel,
El tiempo se va terminando el corazón hecho tiras se va recomponiendo tu època se acaba. Es el final de una historia
Miro la luna, hoy se muestra redonda blanca, sonriente El agua acuna el torrente del río
Mi vida estando juntos me harás mis comiditas serás mi ama de casa. ¡pies no andan, vuelan! Hoy de peluquería
Es que te amo en mi tristeza en mi infinita soledad te amo con el dolor del amanecer fundiéndose con el ocaso con las manos vacías de caricias
Aquellas manos etéreas querían tocarme, pero no podían, yo, estaba lejos, muy lejos. Al otro lado del horizonte
Me miras vida tús ojos tan brillantes pasión del alma las yemas de tus dedos en manos firmes
La niña enamorada sonríe bobamente los ojos abstraídos ve en las nubes mil corazones
De amanecida mi entendimiento loco no comprendía . Yo juro que te amaba morena mía.
Sueña la vida con tener nubes rosas lluvia de corazones. Sabor a sangre tiene en los labios rojos
Me he cosido el alma con hilo negro de seda, dobladillos de pena mi cuerpo se encoge en aquel sillón