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LA DELICIA DE PECAR

Hay pecados que son una delicia
tan exquisita
que no hay confesiones
ni sacerdotes que puedan perdonar.
 
Una vela roja recorre mi pecho
bajando hasta mi ombligo
la cera deja dibujos ardientes
mi cara refleja el placer
me dijeron: es pecado, yo dije:
es mi pecado y lo quiero.
 
Un látigo de terciopelo recorre
mis muslos abiertos
siento el golpe en la piel
un escalofrío me recorre
mis manos arañan tu espalda,
surcos y caminos por donde andar a placer
gemidos delirantes ante el éxtasis
nos recorren.
 
Me dijeron: es pecado, yo dije:
es mi pecado y lo quiero.
 
Amarras mi pelo en tu mano,
tiras de él mientras tu boca recorre
mi cuello, deja un beso en mí clavícula
tus dientes muerden mis labios
mis brazos te rodean, soy el girasol
que libas hasta quedar exhaustos.
 
Desnudos, libres,
enamorados hasta la médula
dejamos que la noche nos abrace,
nos dejamos llevar por Morfeo
y un último pensamiento: no, no es pecado
me hace sonreír.

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