LA ESTACIÓN DE LA VIDA
¿Qué es la muerte?
Si no el término de esta soledad
que me arrasa, de estos días interminables,
de una vida que ya nada quiere darme.
Sangre negra como perla salvaje
recorre mis arterias
cercenando toda posibilidad de esperanza,
convirtiéndola en un lago oscuro y maldito.
Se escapa mi esencia por el halito de mi boca
de labios gruesos sensuales y pálidos,
mi pecho se levanta en cada inhalación
duro, turgente, con pezones dorados
que ahora pertenecen a Tánatos.
Días que no terminan nunca,
dolor interminable recorre mis huesos
endebles delicados como cristal de murano,
pulmones retorcidos, secos como rama de árbol viejo,
la espada de Damocles está encima de mi cabeza.
Hay en los días un cierto olvido
eternamente mi corazón palpita
encendido de pena, creyendo que aún está vivo,
quiero ser cenizas que vuelen en la mar,
quiero subir al azul, no quiero morir de desidia
de muerte de lo cotidiano.
Quiero dejar huellas de mi paso,
una poesía que recuerde que amé,
la sonrisa de la mujer que fui,
perseidas y la noche cayendo sobre mí,
seré otra viajera más en la estación de la vida.
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