Todo se desordena y encuentra su ruta
en un tejer de miles de secretos,
en la amalgama de viejas reminiscencias.
De tantas repetitivas historias, que se improvisan
de piel plegada mordiendose así misma
de antiguos sueños impacientes
que se eternizan entre mis dedos.
Cuando el tiempo se convierte
en una golondrina sin alas,
Y los viejos robles murientes lloran su melancolía.
Mientras fantasean pequeños mundos utópicos.
Entonces, me posaré en la sombras de la luna
sobre el mar cansado...
Como algo insólito, maravilloso, que se escurre
en las noches que muerden silencios.
Mientras, un halito suave de vida
se mezcla con curiosas brisas abrumadas,
liberadoras de sólidas penumbras.