Emplumada de grises vuela la tarde,
en este limbo,
entre sábanas con blancura de azucenas,
que laten en el todavía
arrancándole el hastío a la mirada.
Mientras la noche espera, como pájaro en silencio
deshojando la envoltura del sueño,
entre yerbas perfumadas
en la carcajada del delirio.
Mástil sin velas al viento,
en los borrosos contornos de un ayer
desafían la incoherencia del sentido...
braman sacuden, zumban los ecos
cuando las horas sin atisbos se decapitan
entre harapos nocturnos hacia el abismo,
ese espejo que a veces se equivoca
y roza la nostalgia.
Cuando se ahogan los sueños,
en las empalizadas del destierro,
y las cortinas de esperanza se desvanecen
flotan entonces dormidas las algas
en el peso bruto de la nada
con el pensamiento desandado
Y ese perfume místico que destila la congoja.
Doris Melo
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