Suspira y falta el aire,
sobredosis dopaminérgica.
Podría morir ahí mismo,
sí sí, en el abismo que inunda tus ojos,
en las ventanas tibias de tu cuerpo,
o en la tristeza que recorre lento
tus historias.
Podría pasar todas las horas que me quedan
observándote.
Ruego vida después,
que acá me queda corto
para aprovecharte.
De la forma más libre,
pero constante,
optar por nosotros
será natural desde siempre,
inherente a la idea de quererte,
a la idea de nuestro despliegue,
a las ideas que “todo” incluyen,
originárias en los mejores amantes.
Gabriela Quenard Nemitz