Noche un tanto bohemia en dos bares de la Ciudad de México
Año 8AD (Antes de mi Domadora). En aquel tiempo, en plena efervescencia de su primera fase poética y habiendo pasado poco tiempo desde que le dijeran: "¡Ni mais paloma!", este Corazón Apasionado solía acudir a uno que otro bar cazando la hora feliz, lugar en el cual, en compañía de dos o tres compañeros universitarios, arreglaba el mundo el mismo número de veces que el mesero les traía sus bebidas.
En cierta ocasión, en compañía de Andrés y Martín Rosas (para ese entonces nos sentíamos el Athos, Porthos y Aramís de la Facultad de Ciencias de la UNAM), a punto de terminar la jornada pues "Ya son cinco rusos negros'' ---
comenté. Martín respondió: "Buen comienzo para el siguiente soneto", a lo que Andrés, contando con los dedos de la mano las silabas, completó: "¡Faltan tres!''. En ese momento sonaron las alertas y decidimos irnos a otro bar (donde estábamos cerraban temprano por ser lobby de centro comercial) para no dejar pasar la ocasión. Así pues fue la
gestación deste poema.