I
El corazón que me enviaste,
sin causa justificada,
preso en sus tules estaba
sin llanto, luz y sin nombre;
sin importar que te asombre
la rebosante alegría
que siento al sentirte mía
hoy que al fin me miraste.
II
Tú corazón, ¿no has pensado
alguna vez en rendirte?
Pues hoy que quieres partir te
aflige que yo te olvide
sin importar que te vide
como es mirada la musa
por el poeta que la usa
para soñar su pasado.
III
Mi corazón ya no late
por esa mujer que antaño
me hacía suspirar cada año.
Tampoco sufre ni llora
sin importar sea la hora
de alucinar fantasías
de paz, amor y alegría
de celos, odio y combate.
IV
No siempre sueño despierto,
a veces lo hago dormido,
y hoy, al ver que te has ido,
mi corazón se entristece;
sin importar si merece
o no tanto abandono,
llora en el mismo tono
como se llora a los muertos.
V
Al humo de cigarrillos
inspiración me golpea,
y enciende cual una tea
mi amor hacia las mujeres;
sin importar que tú eres
por quien corazón suspira,
por quien canto con mi lira
acompañado de grillos.
VI
¡Frente a una copa de vino
brindo por la belleza!
Con ella Naturaleza
te ha colmado de encantos,
sin importar que entre tantos
poetas ansiosos de verte,
sólo sea yo quien despierte
para verte en mi camino.
VII
Mi canto será por siempre,
por todo lo que me has dado,
romance desesperado;
y en tanto espero con ansia,
sin importar la ganancia,
mi corazón sólo ofrece
lo que tu amor se merece:
amor sincero por siempre.
VIII
Cupido no me visita.
Yo desespero por verte.
Suspiro por tu querer. Te
pido que no me olvides.
Sin importar que me vides
ayer por primera vez,
te pido sólo me des
al fin una nueva cita.