En los días venideros Cada cual tendrá su sitio; Aquellos que derramaron Su vida por conseguirlos, Y su juventud volcaron
La historia de mi corazón Es simple, así lo ven, como la vas… Traída de aquel barranco rojo, com… De mi país; un suceso callado y so… El puñal riesgoso que se esconde e…
Nuestro país (el mío, El que puedo ofrecerte), aquella Dulce tierra violenta, con la fren… Segada y abolida por un aire quema… Donde ochocientos ríos le dan curs…
Por calles de caliente arcilla Suelto mi flor, como un trapecio Que el trapecista suelta al aire, Mi flor, mi flor de jazminero; Por tierra roja y pasto verde
Cuentan que Chiró, el hechicero, El hacedor de cosas mágicas, Acompañando a los mancebos De la Tierra, a zonas lejanas (En donde luego fundarían
—Apacigua esos impulsos Que te encienden la mirada. Piensa que pueden matarte. ¡Ay, Juan Ramón, no te vayas! —Guarda esas súplicas tuyas,
Esta es la casa; es nuestra. Esta es su música; las exigencias… De la vida pasaron por sus habitac… Quemante de sus fronteras; la locu… Una empresa más ancha que sus fuer…
Esta noche, en el sur, Me he mirado en tus ojos. Soy como tú, De piel morena, oscura, oscura, Con estrellas metidas por dentro
Estamos caídos en el suelo. Ya no pisamos con los pies ligeros La tierra iluminada, su centro ilu… No estamos ya, con la velocidad de… Estremeciendo el pasto de las prad…
El arco en desazón de tu cintura cimbreó su tallo en fresco movimie… como si todo el soplo de tu alient… no cupiese en la red de su envoltu… La quemazón del lecho y su blancur…
Acaso esto no fuera sino largas pa… y mi real deseo, entonces, partir… nuestra, hecha con labios de greda… y ardiente, o cubrirte con el nara… eternamente, ciegamente en la patr…
¡Salto en alto! Transpiraciones celestes, Mágica irrupción, Rugidos. ¡Salto del tigre a la Luna!
Eso somos: las flechas En un arco tendido, la despreciabl… Las leñas que han de arder en los… Del blanco en La Misión, los hijo… Del vasto infierno de los desierto…
Te escribiré mi amor, desde un son… de tierra apretujada, desde un hondón, de pie, desde un… confín de llamaradas, desde donde sus pétalos la Rosa
Usted sabe, señor, Qué alegría colgaba en la floresta… Qué alegría severa Como raigambre sudorosa; Cómo el alegre polvo veraniego