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Lo que no saben mis padres

“Tres de la mañana, me levanté,
Me puse modo andante.
Abrí el WhatsApp, y videollamé
A las tres: a mi novia, a su hermana y a mi amante.
 
“Luego, al otro día,
Como a las cinco del sol;
Salí sin preferir una vía,
Ese día,
Perdí mi virginidad con una del Semáforo.
 
“Fui proxeneta,
Tuve sexo sin dichos;
Y dentro de mis gemidos,
Estuvo aquella chica y su lema.
 
“Una se llamaba Nicol, Ana
Y Achanta.
Se lo metí a ambas,
Yo, con toda mi mancha.
 
“Una era castaña,
Otra, mulata;
Una blanca;
Una india;
Una má’ cuero que el diablo;
Otra, má’ pura que ambas.
Le agarré sus nalgas,
E hicimos un cuarteto.
 
“Una me decía: Má’ duro;
Otra: Má’ alpaso;
Y la otra... me lo mamó,
Y dijo: Qué rico, qué güebaso.
 
“Entretanto vinieron,
En mí,
La educación, la disciplina.
Pensé en otra cosa,
Estaban tan buenas,
Que, ¡DIOS! De tan sola
La cosa, de acordarme,
Ya se me para el remordimiento.
 
“Estuve con dos lesbianas,
Tenían ese toto más cuidado
Que una gitana
En modo espartano.
Diablaso, me acuerdo de ellas,
Y si las veo, les diré:
¿Todavía saben tragar hijos?
Pues vengan, esta vez serán trillizos.
 
“Ese condón me quedaba genial,
Que una de USA agarró un genital;
Y yo, le dije: Ay, qué mamada, Gisel.
Me lo lamió, y me entredijo:
What do you say?
Y yo, de idiota, le reclamé:
¡Yo no soy del Licey,
Yo soy del Escogido, mujer!
 
“Y es que, mi pene
Fue verjoza
De todas esas zorras
Que deseaban mi semen.
Y también son verjozaf
De todo mi abdominal,
Donde dejaban su maullido.
 
“Nunca encontraré a mi Karemi,
Porque sé el parásito que soy de persona.
Si está en Méjico, Japón o cumple en setiembre,
Entonces me rehusaré a metérselo un febrero catorce
O un martes trece.
 
“Hice el amor con una señora mayor,
Y ahí sentí lo que sienten los ancianos;
Si se pone aguaito el andador;
Menos excitará a los labios anchos.
 
“Mejor me callo,
Porque si ellos leen este poema,
Sabrán,
Que los jugos Fruty Max;
Ya no están en venta”.
Otras obras de Emil Cerda...



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