Imposible es, Johannes, que respete
a un silencio mediocre el pentagrama.
El cuarteto es nudillo que reclama
oído a la aventura que promete.
Tu canto, puesto a ser, nos arremete
a punta de emoción y en esa rama
que inventan sus sonidos encarama
el pájaro ficción del clarinete.
Las cuerdas son el mundo, el escenario.
El solista es el hombre, y el aliento
del virtuoso, respiro existenciario.
El hombre ve la luz, crece, suspira.
Trasforma su tic tac en testamento
y en el compás de su estertor, expira.