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Rareza

Y por suerte
los asientos vacíos del treinta y nueve;
Tenía tantas ganas de verte
que te recuerdo, y duele,
después deja de dolerme
cuando, exhausto, el día va y muere.
 
Con todo ese rejunte algarabozo
y con la mente guayabeada,
te escribo un esbozo
que hacía tiempo no me acompañaba.
Que el corazón que llevo es mas ruidoso
que esta ciudad alcohólica y atolondrada
 
Alguna vez te veré,
siempre terminamos viéndonos,
pero no seré el de ahora, no seré
el que se la pasa escribiéndonos,
quizás termine siendo lo que sea que esperes,
o lágrima amada del futuro polvoriento.
 
Y me surgirán palabras
distintas a estas, amor,
ya que aun eres mi sol, ¡mi amada!
¡Que egoísmo al llamarte mi sol!
Pero, nocividad de la marejada,
el amor es un lacayo ser conservador.
 
No seas mía,
no seas (te pido con mesura)
mi sol; Dejaste de ser mis días,
sé una indrómina escultura,
se lo que para mi tu querías,
sé todo aquello (ruégote con ternura)

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