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El hambre de tiempo
Había una vez una sombra que tenía miedo a salir y a probarse a sí misma qué podía hacer bien y qué quería. Tenía miedo a no ser lo que creía, a no lograr lo que creyó que podía lograr, tenía tantos miedos que al final el tiempo pasó y se la comió en vida, la masticó y utilizó sus entrañas para hacer cuerdas para que sus hijos jugarán en la escuela, tomó sus cuerdas vocales y las puso en su puerta como timbre y sembró sus ojos para dar sombra y frutos a su cansada vida, cosechó miradas oscuras y descansó entre sombras que lo veían. El señor tiempo construyó un palacio con todas esas sombras que se comía y destripaba, era un buen negocio, decían, un día se cansó y dejó que la señora noche se lo comiera y utilizara sus entrañas para construir un trampolín a su hija luna y sus amigas cometas, ella también se cansó y dejó que la señorita entropía se la comiera y pues hasta ahora nadie sabe qué pasó con su corazón.
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