Desayuno:
A mí mirada le duele la claridad
prefiero el tacto en la oscuridad.
La libertad duerme la siesta
en los suburbios de la ciudad.
No muerdas más de lo que puedes masticar
un espanta pájaros me susurra al pasar
mientras pateo el arrabal.
El pedregullo de la calle
y el fétido olor del basural.
Con una nota en la cabeza
y un color en el corazón.
Podría decirle mierda
pero le llamo flor.
Si me pone al lado de vos.
El encuentro,
la fruición de nuestros cuerpos.
Muertos.
El cruce de nuestros cerebros.
Rotos.
El fulgor de nuestros ojos.
Rojos.
El traquetear de la cama.
Floja.
Como las palabras.
Sueltas.
Como nuestras bocas.
Negras.
El olor de nuestro sudor.
Seco.
El cruce de momentos.
Alaridos de lamentos.
Desde el placer inmanente
de gozarnos solamente.
