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Caldo

Se le empañan los ojos a La Negra, pobrecito su corazón sin carne,
y sobre un fuego discreto revuelve el Caldo de Bien de Amores, (para males están los hombres dice La Negra),
y revuelve en su olla el agua que pica, agua blanca de burbujas de los suspiros del abandono,
y agrega huesitos,
y la carne de las aves que picotean las flores que crecen entre las baldosas de su patio,
y revuelve su Caldo de Bien de Amores,
el caldo que le devuelve el alma a uno, dice La Negra, cuando otro se la queda, como si hablara con las chapas tibias de su casa,
y agrega de la huerta que riega con sus lágrimas, vegetales de piel de tierra,
y orégano secado bajo los soles que fueron pasando por su patio,
y granos de pimienta negra, entre sus dedos negros, como cuentas de un rosario negro al Niñito Jesús de Las Sombras,
revuelve el caldo de Bien de Amores, porque para males están los hombres,
y sube hasta sus ojos el vaporcito que le entibia las lágrimas,
y con sus manos huesudas busca el cuenco de madera,
y se sirve.

Poema de mi libro "Diccionario Poético Rural".

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