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Tu nombre

M. A

Hallare tu nombre
bajo las piedras del mar,
junto a las olas que se golpean
entre ellas.
 
Seré el cómplice y vidente
de lo eterno, de lo que no muere,
de lo que yace sobre los astros
en aquella oscuridad hermosa e infinita.
 
Tu alma, que estaba rota
y que te haz reparado,
querida, ¿Ya que puede herirla?
¡Ya nada, ya nada, ya nada!

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