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Pronóstico

No he sido ya de ningún sitio,
ni pertenezco más a esta esfinge.
 
Cuadros que decoran mi cuarto.
¿Los huéspedes se han ido?
Y si regresasen, ¿Quiénes serían?
 
Angustias que me miran desde el otro lado,
calles sucias que rodean mi impureza.
Reales, imposiblemente reales.
Dentro de mí, no hay sitio.
 
La encrucijada se desvanecía en los recuerdos,
aquellos que no había ni siquiera vivido.
Pero aquí la palabra me tiene
y recorro su cuerpo cuando la escribo.
 
Ahora mis sueños ni en el cielo viven.
Qué vida les espera, que espera tan más triste.
Pero por suerte ya se han ido,
quizá a otro cielo, quizá a otra vida.
 
No tuve nada, ni tampoco lo quise.
Y si ahora quisiera algo, ¿Qué querría?
 
Pájaros de mi cuarto,
no hay cielo más grande y más merecido
para los pájaros que este cielo amarillo.
 
Pero no hay tierra más infértil que esta
y aun así se dan flores muy bellas,
y se organizan fiestas no muy tranquilas.
 
Yo nunca he sido de fiestas
si no de flores, en ellas guardo el secreto,
mas no el remordimiento de estar conmigo.
 
¿En que debiera ocuparme?
Mientras frente a mí solo hay una pantalla
y algunos silbidos que no quieren ser oídos.
—¡Ah!, es el SER manifestándose—.
 
Hoy habrá lluvia, la han pronosticado en las noticias,
mientras la metafísica de mi presencia
no ha podido siquiera pronosticar
que la preocupación viene de mí mismo.

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