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El duelo

Sorpresas de la vida

En aquel desierto cuatro amigos,
en pleno infierno y sin abrigos,
 
la mano izquierda estaba ataba
y la derecha disfrazada,
 
el duelo abierto a cada punto,
cuatro estaciones compitiendo
por un amor... difunto.
 
Cuando aún había sol para ellos,
solo tenía un nombre:
ella, con sus brazos de horizonte,
nunca se apagaba en sus noches,
ella jugaba, pero su sonrisa,
su sonrisa era un oeste de paz,
su este era el nacimiento,
su norte era capaz
de ser el sur por cada aliento.
 
Aquí los cuatro desatados,
sembrando de sombras al mundo,
los cuatro solos, sin aliados,
con aquel rencor profundo.
 
Disparo a disparo cayendo,
hasta que el último moribundo
volvió a ver el sol... sonriendo.
 
Fran DRA

Los celos de quien no te ama

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