#Chilenos #Mujeres #PremioNobel #SigloXX #1938 #Tala
Donde estaba su casa sigue como si no hubiera ardido. Habla sólo la lengua de su alma con los que cruzan, ninguna. Cuando dice “pino de Alepo”
¡Oh! Creador, bajo tu luz cantamo… porque otra vez nos vuelves la esp… Como los surcos de la tierra alzam… la exhalación de nuestras alabanza… Gracias a Ti por el glorioso día
El nombre mío que he perdido, ¿dónde vive, dónde prospera? Nombre de infancia, gota de leche, rama de mirto tan ligera. De no llevarme iba dichoso
Estoy metida en la noche de estas raíces amargas, ciegas, iguales y en pie que como ciegas, son hermanas. Sueñan, sueñan, hacen el sueño
¡Pobre amigo!, yo nunca supe de tu semblante ni tu voz; sólo tus versos me contaron que en tu lírico corazón la paloma de los veinte años
En la dura noche cerrada o en la húmeda mañana tierna, sea invierno, sea verano, esté dormida, esté despierta. Aquí estoy si acaso me ven,
Fina, la medianoche. Oigo los nudos del rosal: la savia empuja subiendo a la rosa… Oigo las rayas quemadas del tigre
Si me dais una estrella, y me la abandonáis, desnuda ella entre la mano, no sabré cerrarla por defender mi nacida alegría. Yo vengo de una tierra
Ya en la mitad de mis días espigo esta verdad con frescura de flor: la vida es oro y dulzura de trigo, es breve el odio e inmenso el amor… Mudemos ya por el verso sonriente
Llévame, mar, sobre ti, dulcemente… porque voy dolorida. ¡Ay! barco, no te tiemblen los cos… que llevas a una herida. Buscando voy en tu oleaje vivo
En el llano y la llanada de salvia y menta salvaje, encuentro como esperándome el Aire. Giran redondo, en un niño
Doña venenos habita a unos pasos de mi casa. Ella quiere disfrutar rutas, jardines y playas, y todo ya se lo dimos,
Manitas de los niños, manitas pedigüeñas, de los valles del mundo sois dueñas. Manitas de los niños
Yo no sé si podré venir. A ver si te cumplo, hermana. Llego, si vengo, en aire dulce por no helarte la llanada o en el filo de tu sueño
Apegada a la seca fisura del nicho, déjame que te diga: —Amados pechos que me nutrieron con una leche más que otra viva; parados ojos que me miraron