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Lago LLanquihue

a doña Carmela Errázuriz

Lago Llanquihue, agua india,
antiguo resplandor terrestre,
agua vieja y agua tierna,
bebida de vieja gente,
agua fija como el indio
y como él fría y ardiente
y en su pecho de marinero
tatuada de señales verdes.
 
Bebo en tu agua lo que he perdido:
bebo la indiada inocente,
tomo el cielo, tomo la tierra,
bebo la patria que me devuelves.
 
Cincuenta años esperamos,
tú con agua, yo con sedes
Lago Llanquihue, mi capitán,
te llego antes de mi muerte,
con la boca me dieron,
agua mía para beberte.
 
Baja y suelta por mi pecho
el agua blanda, el agua fuerte,
entrabada de los helechos
y las quilas medio-serpientes.
 
Baja recta, agua querida,
baja entera en hebras fieles,
baja lenta, baja rápida,
y me sacies y me entregues
el cielo mío, los limos míos
y la sangre de toda mi gente.
 
Bebo quieta lo que me das,
igual que bebe, curvado, el ciervo,
bebo pausada, regustándote,
bebo y sólo sé que te bebo.
 
Perdón de tu frente rota,
perdón de tu surco abierto.
Como el niño y el huemul
porque te amo te quiebro...
 
Lago de Llanquihue, arcángel
que se me da prisionero,
gesto que mi antojo sirves,
abajadura del cielo,
doblada y caída, no hablo,
cegada de sorbo ciego,
y de ser tuya nada digo:
te bebo, te bebo, te bebo...
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