#EscritoresMexicanos
Ni pretendió empañarlo con decirlo Esa cuchillada infamante Que me dejaron en el rostro Oraciones hipócritas y lujurias bi… Que me rodeaban por todos los muel…
Esta mañana te sorprendo con el ro… Sin más que un aire de haber sido… Un aire que te cuelga de los ojos… Correveidile colibrí, estático Dentro del halo de su movimiento.
Las palabras más ricas, Menguante aurirrosado de la luna, Se me van por el lago, verticales, En una temblorosa exaltación, A colgarse de ti.
Palabras oscuras, que entonces Me parecían, ¡ay!, tan claras. Hoy me estaría aquí pensando Hasta el alba, desesperadamente, Sin arrancarles un sentido:
Niño Abril me escribió de un pueb… Por completo silvestre, por comple… Pero yo con mi sombra estaba Haciendo sube y baja En balanza de aire, a la ventana,
Pero me romperé. Me he de romper,… En la que ya no caben los candente… Y lo que fui de oculto y leal sald… Subirán por la tarde purpúrea de e… O bajarán al ínfimo ataúd de ese o…
¡Qué bosque –cómo oprime– tan oscu… Ganas de sacudir los árboles Para que caiga aquella luz Que se quedó enredada Entre las ramas últimas.
El pañuelo de espumas Del rompeolas me lloraba, ¡adiós!, Y en la noche aquel grito —aquella… ¡Ven! Y mi corazón que era sólo Un temblor que cantaba, en medio,
¿Y aquel otro Caminito del cielo Por donde anoche fueron Nuestros ojos? Cuatro príncipes iban sobre él;
Apuntamos aquel cielo Que se nos desplomaba, verdinegro. Los que pasaban a lo lejos eran ¿Sombras chinescas En la pantalla del crepúsculo?
Primero amaneció para mis ojos. Que yo estaba caído En la cisterna de tu sueño, Y sin saber voltearme el corazón Y alzarme de puntillas en su vérti…
Espera, octubre. No hables, voz. Abril disuelve ap… La piel de las estatuas en espuma, Aún canta en flor el árbol de las… Y ya tu augurio a ras del mar, tu…
La isla está rodeada por un mar te… Que algunos llaman piel. Pero es… Es un mar que prolonga su blancura… Como el halo de las tehuanas y los… Es un mar que está siempre
Para qué huir. Para llegar al trá… Heroico y ruin de una noche a la o… Por los días sin nadie de una Bag… En la que ya no encontraré mi call… A andar, a andar por otras de un i…
A esta hora ese telegrama amarillo Ya sólo trae malas noticias: Un hombre, yo, tan agobiado... ¡Cómo abre —¡qué lívida!— Sus ventanas, leyéndolo, mi casa!