El perro,¿que se preguntara?
Con la espalda orgullosa, robusto y altanero, era un cegato que poseía la mirada de los fornidos patovicas que custodiaban las puertas de las discotecas, meditabundo o caviloso, su nariz elegante iba cortando el aire delante de él, de orificios nasales amplios, se notaba su respiración relajante y equilibrada a millas de distancia, unos labios carnosos y acuosos que se humedecía con la ardua constancia de un obrero.
Su carne era dura, prieta y bien musculada. Parecía que sonreía, pero al acercarnos más, su boca era tan gélida como un amanecer invernal, tenía la agradable fama de fiel compañero, cálido, pero su postura de arrogante aristócrata demostraba que era más solitario que el Almez, cuando en las horas sin sombra hecho un ovillo, descansaba bajo sus ramas.
Un ser carnívoro, capaz de roer hasta el último hueso de un búfalo africano;escupía espumarajos de la angurria;daba dos vueltas sobre su propio eje;se acostaba boca abajo con el mentón en el suelo y miraba hacia arriba pendulando únicamente el iris para vigilar el último cielo previo a su siesta dominical.
Preguntas disparatadas y con la respuesta escribe una historia
