Plumas rotas
Sábado por la tarde, con un té y algo de frío
¿Por qué me cuesta tanto escribir?
¿Por que es tan verticalmente difícil
cuando estoy bien
cuando no pasa nada, más que el vivir?
Es como si hiciera falta una agonía
Una lucha
Un duelo
Un deseo inacabado y maltrecho
Para sentir
Para anhelar
Para rebuscar en las palabras
Un sosiego para las espaldas
Cargadas de tanto ante lo que rendir
Bendita sea la insatisfacción
Que nos lleva a la belleza de la canción
De la métrica y la rima
Del falso intento de control
Benditos los sentimientos que merodean
y se instalan
y se adueñan
de nuestros pensamientos
cuando no podemos alcanzar
un trozo de nuestras búsquedas en la realidad
cuando lo que vivimos
se opone a lo que será
Y bendita la felicidad,
que se instala y hace suyos
el discurrir de los momentos
mientras estamos distraídos
con los astros dando tumbos
y los hechos cayendo por turnos
Esa felicidad que atonta
Y no permite construir
Es lo que buscamos
Con lo que soñamos
Lo que deseamos para reír
Benditos cuando somos tontos
Y no paramos de ir y venir
Por caminos mil veces recorridos
En los que el horizonte claro
No está allí para ser mirado
Bendita la vida que va y viene
Con sus fluidos no miscibles
Los del si y los del no
Los del te quiero y los del que no
Los del ahora escribo
Y ya no
Que de la insatisfacción nace el deseo
Y se yergue como torre desde la que divisar
Cualquiera de las cosas que sueñas lograr
Que del vacío nace ese te quiero
Y del dolor tu caricia
De la duda, la mirada que ahonda
Y la mano que calienta y deshoja
los ahogos que ensimisman
la de siempre permanente soledad
esa que se queda incluso cuando estás
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